Canción

La anciana china
que vive al lado
coloca su ropa recién lavada
sobre un techo de tejas rojas
como si estuviera de vuelta
en su casa de infancia.

Ella se canta a sí misma
una canción con largos silencios,
una canción que transcurre
llena de idas y venidas
tal como el mar, exhausto,
se mece en un día tranquilo.

Es una canción sin realmente
principio ni final. Uno
podría escucharla
incluso en los silencios
cuando ella se inclina
para regar su árbol del dinero
o se eleva a las alturas
para recoger su ropa.

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