Tiempos extraños

Mi hijo dice que le duele la cabeza. Señala un punto justo

debajo del corazón. En la ventana, está contando

árboles que nunca ha trepado.

Y los pájaros que ama y a los que quiere decirles hola. Puedo escucharlo

hablándole a los animales que atraviesan el aire, un confeti

de alas, y que después desaparecen.

Él quiere saber a dónde vuelan cuando se alzan así.

Una cortina de intensa lluvia está cayendo.

Su cabeza se mece de un lado a otro. De qué sirve,

dice, creo que siempre voy a escuchar a esos perros

ladrando en la noche.

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