Árbol, respiración y ser humano

Los árboles del jardín exhalan el aire
que yo necesito. Entra por las ventanas
y luego yo espiro lo que ellos inhalan.

Cómo no amarlos: nunca se mueven de su
posición, resistiendo al viento que ruge
algunas veces, perdiendo ramas

pero ayudándonos con el oxígeno.
Aunque trepamos a ellos para
alcanzar el aire más fresco, la más pura

razón de su existencia es ésta:
su aliento y nuestro aliento se funden
en una necesaria dependencia.

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