Mi padre segando

Mi padre tenía sesenta cuando yo nací,
dos veces la edad de mi madre. Pero nunca
ha estado cerca de mí, tampoco del mástil
alrededor del mundo; ni cuando más lo necesitaba.
Estaba en algún otro lugar, como en su despacho jurídico
estilo Dickens en el segundo piso contando estrellas;
o algunas veces afuera, en domingo, abriendo con su guadaña
el camino entre lupinos hacia el mar.
Pero el álbum de fotos que compré yo mismo
cuando abandoné la casa permanece abierto
en la repisa en la única foto que tengo de él,
mi padre segando. En el mismo álbum, al lado suyo,
una de mi madre.
Los pegué juntos en la misma página.

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