Luna llena
la luna apareció y todos nuestros
pensamientos perdieron el rumbo.
Soñé que mis hijos se habían
comido mi desayuno.
Los niños que ahora duermen,
rendidos por el esfuerzo de encontrarse
-a través de lágrimas y carácter- consigo mismos.
Me levanté para ver la luna
resplandecer sobre ellos:
no le importó sus cabellos, su obstinación,
sus complacientes brazos extendidos.
El viento resopló grandes jirones de tristeza
por todas partes, muchas hojas se
congregaron debido a esto.
Cada hoja, cuando se desprende de un árbol,
hace un sonido parecido al de una fina lija
deslizándose sobre un pedazo de madera.
Cada que una hoja te roza
borra un poco de ti
de ti borra un poco
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Rogelio Guedea