Árbol, respiración y ser humano
Los árboles del jardín exhalan el aire
que yo necesito. Entra por las ventanas
y luego yo espiro lo que ellos inhalan.
Cómo no amarlos: nunca se mueven de su
posición, resistiendo al viento que ruge
algunas veces, perdiendo ramas
pero ayudándonos con el oxígeno.
Aunque trepamos a ellos para
alcanzar el aire más fresco, la más pura
razón de su existencia es ésta:
su aliento y nuestro aliento se funden
en una necesaria dependencia.
Suscríbete para recibir actualizaciones
Comentarios
Más de Elizabeth Smither
Los más leídos
- Isla al sí. Antología de poesía neozelandesa de Libros 49 visitas
- Azul amarillo de Libros 22 visitas
- Tomando mi chaqueta para dar un paseo, de Peter Olds de Libros 21 visitas
- Una lección de poesía para mi padre, de Gleen Colquhoun de Libros 13 visitas